Evolución
En la provincia Pinar del Río surge el 16 de mayo de 1981, el Plan del Campismo Popular, que se inició con la construcción de las seis primeras instalaciones, entonces llamadas “Bases de Campismo”, cuya concepción inicial, suponía el disfrute del entorno natural más que las instalaciones y facilidades construidas por el Plan. Un objetivo a lograr era que los jóvenes y excursionistas en general, practicaran el descanso activo y lo que se conoce hoy como TURISMO ECOLÓGICO, es decir, hacer caminatas; ascender elevaciones; explorar cuevas y bosques; pescar en los lugares autorizados, con los medios adecuados; contemplar la flora y la fauna; visitar sitios históricos; participar en juegos al aire libre; montar a caballo y en bicicleta; disfrutar del baño recreativo y otras muchas actividades, con alojamiento en casas o tiendas de campaña.
Las tiendas de campaña de lona constituyeron la solución básica como medio de alojamiento y se convirtieron en un símbolo muy fuerte de esta actividad, utilizándose algo más de 25 000 durante estos cinco primeros años, pero para un plan de estas características presentaban limitaciones. Estas eran importadas, tenían que permanecer montadas mucho tiempo pese a su fragilidad, resultaban dañadas con facilidad por la acción del viento y la lluvia, no ofrecían seguridad a las propiedades de los excursionistas, ni la privacidad necesaria, generalmente se levantaban sobre pisos de tierra y tenían muy poco tiempo de vida útil.
Mientras el proyecto avanzaba, los excursionistas, con su conducta y opiniones, ayudaron a introducir adecuaciones al concepto de BASE DE CAMPISMO. Había tomado mucha fuerza la participación de las familias y pesaba bastante, en muchos excursionistas, el hábito de realizar actividades recreativas bajo techo, así como el de descansar pasivamente. Ahora, la Base de Campismo, además de punto de partida logístico para las actividades en el entorno, como fue concebido inicialmente, comenzó a constituir también, un escenario directo para la recreación y el descanso, por lo que comenzaron a crearse condiciones más propicias en su infraestructura.
Las adecuaciones consistieron, fundamentalmente, en el mejoramiento de las condiciones del alojamiento con la sustitución de las tiendas de campaña, por las cabañas rústicas que poseían más solidez, seguridad, privacidad y espacio para estar en él. Con estas cabañas se introdujeron las literas y las camas plegables con colchonetas, que mejoraban notablemente las condiciones para el descanso y el sueño, pues para dormir inicialmente, se utilizaban catres y balsas que resultaban frágiles y presentaban limitaciones de confort.
Las cabañas rústicas resolvieron éstos y otros problemas, ya que además, facilitaron la electrificación, cocinar adentro, el suministro de agua potable, la instalación de servicios sanitarios y la colocación de mallas antimosquitos. La electricidad posibilitaba la iluminación moderna y la utilización de ventiladores, cocinas eléctricas, radios, caseteras y hasta televisores traídos por los excursionistas.
Para la recreación también se crearon más y mejores condiciones con juegos de salón y otras actividades de entretenimiento, en el mismo centro de la base. Las actividades recreativas que se organizaban, resultaban de la combinación de dos factores, los modestos recursos de que disponían las bases, con la iniciativa y la activa participación de los excursionistas. Institucionalmente se propiciaron todas las actividades recreativas posibles, pero priorizando las que se ajustaban más a ser realizadas en contacto directo con la Naturaleza, y de carácter activo, estimulando la acción física con el entorno natural, pero no siempre se obtuvieron los resultados deseados.
En la Gastronomía, también se reforzó la oferta de alimentos; de una inicial de dos o tres productos, se llegaron a poner a la venta un promedio de hasta treinta tipos por base, principalmente laterías, que se ajustaban de manera ideal al régimen alimenticio, propio de las condiciones de campaña y de las necesidades del campismo; sin que se abandonara la idea básica de que lo fundamental de la alimentación, debía ser traído de su casa por los excursionistas.
La actividad de cocinar los alimentos era otra de las que más se cuestionaba, pues sobre todo las mujeres, se quejaban de lo trabajoso que resultaba esta labor en las condiciones de campaña, además de que muchos cubanos no conciben el disfrute de vacaciones, el descanso y la recreación, teniendo que cocinar. En algunas bases se inició el expendio de alimentos ligeros cocinados o listos para consumir, en un nivel discreto, que tuvo una buena acogida; aunque hubo quienes criticaron la introducción de estas "innovaciones" en el Campismo, argumentando que eran antinaturales, que se eliminaba la ejercitación o las actividades propias de subsistencia en el medio y que el proyecto se desviaba de sus concepciones originales; que ya no era campismo, que se alejaba el ejercicio de las caldosas y las competencias y ensayos culinarios entre las familias, etc.